Describen cinco nuevas especies de crustáceos y un género entero nuevo
Dos científicos españoles consigue clasificar morfológica y genéticamente las novedades después de muchas expediciones
Dos investigadores españoles han descrito cinco nuevas especies de crustáceos de la familia de los galateidos, además de un género nuevo, la Triodonthea, después de varias expediciones al Pacífico y al Índico. Aunque a simple vista parecen idénticos unos a otros, morfológica y genéticamente sí que hay importantes diferencias.
Una de las cinco nuevas especies encontradas, Lauriea teresae. Imagen: Enrique Marcpherson. Fuente: UB/SINC.
Expertos del Centro de Estudios Avanzados de Blanes y la Universidad de Barcelona (UB) han recolectado y estudiado diferentes especímenes de crustáceos durante expediciones recientes a Madagascar, Nueva Caledonia, Vanuatu, Filipinas y la Polinesia Francesa.
Mediante datos morfológicos y moleculares han descubierto en estas aguas cinco nuevas especies de crustáceos –genéticamente distintas pero morfológicamente muy similares– y un género nuevo, Triodonthea. Estas cinco nuevas especies descritas en el trabajo pertenecen al géneroLauriea, de la familia Galatheidae, que se diferencia fácilmente de otras especies del grupo por tener sedas muy largas y el final de las patas terminado en una espina doble.
“La Triodonthea es un nuevo género que genéticamente está muy separado de las especies de Lauriea, a pesar de que morfológicamente se parecen mucho. Las diferencias morfológicas son pequeñas a nuestros ojos, pero son el reflejo de desigualdades muy grandes a nivel de especie”, asegura a SINC Enrique Macpherson, investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes y coautor del estudio junto a Aymee Robainas-Barcia, de la UB.
La descripción de cualquier género nuevo se basa en que una determinada especie posee caracteres que no tienen las especies próximas. La separación y ordenación de las especies en géneros o familias se basa en agrupar las especies según caracteres comunes, por la taxonomía de Linneo –clasificación biológica moderna–.
Mediante datos morfológicos y moleculares han descubierto en estas aguas cinco nuevas especies de crustáceos –genéticamente distintas pero morfológicamente muy similares– y un género nuevo, Triodonthea. Estas cinco nuevas especies descritas en el trabajo pertenecen al géneroLauriea, de la familia Galatheidae, que se diferencia fácilmente de otras especies del grupo por tener sedas muy largas y el final de las patas terminado en una espina doble.
“La Triodonthea es un nuevo género que genéticamente está muy separado de las especies de Lauriea, a pesar de que morfológicamente se parecen mucho. Las diferencias morfológicas son pequeñas a nuestros ojos, pero son el reflejo de desigualdades muy grandes a nivel de especie”, asegura a SINC Enrique Macpherson, investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes y coautor del estudio junto a Aymee Robainas-Barcia, de la UB.
La descripción de cualquier género nuevo se basa en que una determinada especie posee caracteres que no tienen las especies próximas. La separación y ordenación de las especies en géneros o familias se basa en agrupar las especies según caracteres comunes, por la taxonomía de Linneo –clasificación biológica moderna–.
Océanos
“Estas especies (tanto las de Lauriea como de Sadayoshia) se encuentran distribuidas por los océanos Índico y Pacífico –excepto en el Pacífico americano–, en general a muy poca profundidad y muchas veces en zonas de arrecifes coralinos. Algunas son endémicas –solo viven en un archipiélago o en una zona muy concreta–, pero otras se distribuyen desde Madagascar a la Polinesia francesa”, apunta Macpherson.
Este estudio forma parte de trabajos anteriores que comenzaron hace más de 20 años a partir de expediciones francesas –iniciadas en 1976– y estadounidenses, que se extienden por todo el Índico y el Pacífico. “Hemos explorado estos océanos hasta los 5.000 m”, asegura el investigador.
Las expediciones recogen las muestras mediante buceo, redes, trampas, dragas, etc., que separan los animales a bordo o en el laboratorio y las hacen llegar a disposición de los expertos de cada grupo taxonómico. Macpherson está especializado en este grupo de crustáceos, los galateidos o squat lobsters.
“Estas especies (tanto las de Lauriea como de Sadayoshia) se encuentran distribuidas por los océanos Índico y Pacífico –excepto en el Pacífico americano–, en general a muy poca profundidad y muchas veces en zonas de arrecifes coralinos. Algunas son endémicas –solo viven en un archipiélago o en una zona muy concreta–, pero otras se distribuyen desde Madagascar a la Polinesia francesa”, apunta Macpherson.
Este estudio forma parte de trabajos anteriores que comenzaron hace más de 20 años a partir de expediciones francesas –iniciadas en 1976– y estadounidenses, que se extienden por todo el Índico y el Pacífico. “Hemos explorado estos océanos hasta los 5.000 m”, asegura el investigador.
Las expediciones recogen las muestras mediante buceo, redes, trampas, dragas, etc., que separan los animales a bordo o en el laboratorio y las hacen llegar a disposición de los expertos de cada grupo taxonómico. Macpherson está especializado en este grupo de crustáceos, los galateidos o squat lobsters.
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2 - Sólo se conoce un tercio del millón de especies que pueblan el océano
Científicos de todo el mundo hacen una estimación del número de organismos distintos que viven en el mar
Investigadores de todo el mundo, entre ellos algunos del CSIC, han calculado que hay hasta 972.000 especies diferentes de organismos en los océanos. De ellas, sólo 230.000 están correctamente descritas, por lo que aún quedan dos tercios de todas las especies por conocer y analizar. 200.000 de las especies conocidas son del reino animal y 7.600 son plantas.
Hasta 972.000 especies diferentes deorganismos eucariotaspodrían encontrarse en los océanos, según revela una investigación internacional en la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). La predicción ha sido elaborada por 270 taxónomos procedentes de 32 países diferentes y sus conclusiones aparecieron recogidas ayer en la revista Current Biology.
Cada taxónomo ha calculado el número de especies existentes dentro de su especialidad y ha estimado, tanto a través de modelos estadísticos como en base a la experiencia de cada experto, el número de ellas que faltan por ser descubiertas. Según afirma el investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes del CSIC Enrique Macpherson en la nota de prensa, “el gran mérito del trabajo ha sido reunir a los principales taxónomos del mundo para poner en común su información”.
La predicción estadística se basa en la tasa de descripción de nuevas especies en las últimas décadas. Sus resultados indican que las especies marinas totales serían unas 540.000, aunque esta cifra oscila entre las 320.000 y las 760.000.
Por su parte, los expertos han realizado otra estimación basada en su experiencia y en una proyección del número de especies descubiertas en función de las zonas muestreadas. Esta predicción del número de especies ronda entre las 704.000 y las 972.000. De acuerdo con el también investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes del CSIC Xavier Turon, “los cálculos por ambos métodos arrojan cifras del mismo orden de magnitud, lo que confirma que conocemos alrededor de una tercera parte de las especies””.
Todos los datos puestos en común por los científicos revelan que sólo 230.000 especies están correctamente descritas. De hecho, los investigadores detectaron unos 170.000 casos de sinonimia entre las especies previamente conocidas. Es decir, una misma especie descrita bajo dos o más nombres diferentes.
Entre el orden de los cetáceos (Cetacea), por ejemplo, los investigadores han descubierto que existen 1.271 nombres diferentes aplicados a sólo 87 especies. El investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados del CSIC Damia Jaume, que también ha participado en el estudio, explica: “La sinonimia es más común cuanto más conocida es la especie y mayor es su tamaño y su interés comercial”.
De las aproximadamente 230.000 especies marinas conocidas, unas 200.000 pertenecen al reino Animalia; 7.600, al Plantae; 19.500, al Chromista; 550, al Protista y 1.050, al Fungi. La investigación sólo ha contado con organismos eucariotas, es decir, aquellos cuya información genética está encerrada en un núcleo celular, lo que ha dejado fuera a bacterias, virus y arqueas.
Cada taxónomo ha calculado el número de especies existentes dentro de su especialidad y ha estimado, tanto a través de modelos estadísticos como en base a la experiencia de cada experto, el número de ellas que faltan por ser descubiertas. Según afirma el investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes del CSIC Enrique Macpherson en la nota de prensa, “el gran mérito del trabajo ha sido reunir a los principales taxónomos del mundo para poner en común su información”.
La predicción estadística se basa en la tasa de descripción de nuevas especies en las últimas décadas. Sus resultados indican que las especies marinas totales serían unas 540.000, aunque esta cifra oscila entre las 320.000 y las 760.000.
Por su parte, los expertos han realizado otra estimación basada en su experiencia y en una proyección del número de especies descubiertas en función de las zonas muestreadas. Esta predicción del número de especies ronda entre las 704.000 y las 972.000. De acuerdo con el también investigador del Centro de Estudios Avanzados de Blanes del CSIC Xavier Turon, “los cálculos por ambos métodos arrojan cifras del mismo orden de magnitud, lo que confirma que conocemos alrededor de una tercera parte de las especies””.
Todos los datos puestos en común por los científicos revelan que sólo 230.000 especies están correctamente descritas. De hecho, los investigadores detectaron unos 170.000 casos de sinonimia entre las especies previamente conocidas. Es decir, una misma especie descrita bajo dos o más nombres diferentes.
Entre el orden de los cetáceos (Cetacea), por ejemplo, los investigadores han descubierto que existen 1.271 nombres diferentes aplicados a sólo 87 especies. El investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados del CSIC Damia Jaume, que también ha participado en el estudio, explica: “La sinonimia es más común cuanto más conocida es la especie y mayor es su tamaño y su interés comercial”.
De las aproximadamente 230.000 especies marinas conocidas, unas 200.000 pertenecen al reino Animalia; 7.600, al Plantae; 19.500, al Chromista; 550, al Protista y 1.050, al Fungi. La investigación sólo ha contado con organismos eucariotas, es decir, aquellos cuya información genética está encerrada en un núcleo celular, lo que ha dejado fuera a bacterias, virus y arqueas.
Lo que falta por conocer
Los datos de la investigación sugieren que faltarían unos dos tercios de especies marinas por describir, cuya mayoría ya estaría inventariada. Aunque la mayor parte del océano no ha sido muestreada, Macpherson cuenta que “los entornos marinos son menos diversos y tienen factores muy limitantes como la luz lo que homogeniza a las especies que los habitan, por ello es de esperar que la diversidad oceánica sea menor que la terrestre”.
A pesar de que aún no existe un consenso sobre el número de especies que pueblan la superficie terrestre, esta cifra podría ser unas 10 veces superior a la biodiversidad acuática.
El investigador del CSIC opina: “Tal vez dentro de un siglo se hayan podido describir todas las especies marinas, no obstante, cuanto más sepamos más podremos afinar la cifra exacta de biodiversidad acuática”.
La investigación ha sido liderada por el Instituto Marino de Flandes (Bélgica) y la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), que han coordinado la actividad de otras 144 instituciones.
La información recopilada por los investigadores está disponible en un registro de libre acceso a través de la webhttp://www.marinespecies.org.
Los datos de la investigación sugieren que faltarían unos dos tercios de especies marinas por describir, cuya mayoría ya estaría inventariada. Aunque la mayor parte del océano no ha sido muestreada, Macpherson cuenta que “los entornos marinos son menos diversos y tienen factores muy limitantes como la luz lo que homogeniza a las especies que los habitan, por ello es de esperar que la diversidad oceánica sea menor que la terrestre”.
A pesar de que aún no existe un consenso sobre el número de especies que pueblan la superficie terrestre, esta cifra podría ser unas 10 veces superior a la biodiversidad acuática.
El investigador del CSIC opina: “Tal vez dentro de un siglo se hayan podido describir todas las especies marinas, no obstante, cuanto más sepamos más podremos afinar la cifra exacta de biodiversidad acuática”.
La investigación ha sido liderada por el Instituto Marino de Flandes (Bélgica) y la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), que han coordinado la actividad de otras 144 instituciones.
La información recopilada por los investigadores está disponible en un registro de libre acceso a través de la webhttp://www.marinespecies.org.
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3 - Las construcciones submarinas hacen de “caballo de Troya” para las medusas
La causa del aumento global de estos animales podría encontrarse en puertos, plataformas petrolíferas o instalaciones turísticas, advierte un estudio
Los pólipos de medusa proliferan en las superficies submarinas creadas por el hombre a un ritmo muy superior de lo que lo hacen en un entorno natural, revela un estudio del CSIC, en el que se han detectado hasta 100.000 pólipos por metro cuadrado con una mayor capacidad de producir medusas que en medios corrientes. Este hecho podría explicar el aumento global de proliferación de medusas, según los científicos.
Los pólipos de medusa proliferan en las superficies submarinas creadas por el hombre, según revela una investigación internacional liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
En este tipo de superficies; como puertos, plataformas petrolíferas, granjas de acuicultura e instalaciones turísticas, se han llegado a detectar hasta 100.000 pólipos por metro cuadrado con una mayor capacidad de producir medusas.
El investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (centro mixto del CSIC y la Universidad de las Islas Baleares) Carlos Duarte, que ha dirigido el trabajo, explica:
“El aumento de las estructuras de origen antrópico está proporcionando hábitats para los pólipos, lo que podría ser un factor importante para explicar el aumento global de proliferación de medusas”.
Hasta ahora, los estudios que habían tratado de explicar este fenómeno se habían centrado en variables relacionadas con las medusas en su fase adulta.
En este tipo de superficies; como puertos, plataformas petrolíferas, granjas de acuicultura e instalaciones turísticas, se han llegado a detectar hasta 100.000 pólipos por metro cuadrado con una mayor capacidad de producir medusas.
El investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (centro mixto del CSIC y la Universidad de las Islas Baleares) Carlos Duarte, que ha dirigido el trabajo, explica:
“El aumento de las estructuras de origen antrópico está proporcionando hábitats para los pólipos, lo que podría ser un factor importante para explicar el aumento global de proliferación de medusas”.
Hasta ahora, los estudios que habían tratado de explicar este fenómeno se habían centrado en variables relacionadas con las medusas en su fase adulta.
Analizadas zonas submarinas de todo el mundo
La investigación, que ha sido publicada en el último número de la revista Frontiers in Ecology and the Environment, revela que la especieCotylorhiza tuberculata, por ejemplo, presenta una densidad de casi 20 pólipos por centímetro cuadrado en los ladrillos, frente a uno solo de ellos por centímetro cuadrado anidado en las conchas de ostras vivas y aproximadamente ocho pólipos por centímetro cuadrado sobre conchas de ejemplares muertos.
Las estructuras artificiales en las zonas costeras están aumentando entre un 3,7% y un 28,3% anual. Según el artículo, esta situación puede resultar “especialmente crítica en regiones de sedimentos blandos como el Golfo de México”, donde la disponibilidad de sustratos naturales es escasa lo que limita el número de pólipos. El equipo de investigación ha denominado a este fenómeno como el efecto caballo de Troya.
Las regiones analizadas pertenecen a zonas submarinas de todo el mundo entre las que se incluyen Japón, Reino Unido, España y Estados Unidos. El trabajo ha sido fruto de una colaboración internacional financiada por la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos, a través del Centro Nacional de Análisis Ecológico.
La investigación, que ha sido publicada en el último número de la revista Frontiers in Ecology and the Environment, revela que la especieCotylorhiza tuberculata, por ejemplo, presenta una densidad de casi 20 pólipos por centímetro cuadrado en los ladrillos, frente a uno solo de ellos por centímetro cuadrado anidado en las conchas de ostras vivas y aproximadamente ocho pólipos por centímetro cuadrado sobre conchas de ejemplares muertos.
Las estructuras artificiales en las zonas costeras están aumentando entre un 3,7% y un 28,3% anual. Según el artículo, esta situación puede resultar “especialmente crítica en regiones de sedimentos blandos como el Golfo de México”, donde la disponibilidad de sustratos naturales es escasa lo que limita el número de pólipos. El equipo de investigación ha denominado a este fenómeno como el efecto caballo de Troya.
Las regiones analizadas pertenecen a zonas submarinas de todo el mundo entre las que se incluyen Japón, Reino Unido, España y Estados Unidos. El trabajo ha sido fruto de una colaboración internacional financiada por la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos, a través del Centro Nacional de Análisis Ecológico.
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4 - Descubren en Nueva Zelanda la ballena más rara del mundo
Se trata de dos ejemplares picudos con los dientes en forma de pala
Dos ejemplares de ballena picuda con dientes en forma de pala, la especie más rara de este animal descubierta nunca, han sido encontrados en Nueva Zelanda, según una investigación publicada en la revista Current Biology. Hasta ahora no se les había descubierto porque viven en las profundidades del mar, y rara vez salen a la superficie. Tienen cinco metros de longitud.
Ballena picuda de Gray, muy parecida a las encontradas ahora, pero que es una especie distinta. Fuente: Gobierno de Nueva Zelanda.
Una ballena picuda con dientes en forma de pala –una especie hasta ahora prácticamente desconocida para la ciencia– ha sido observada por primera vez después de que dos ejemplares, una madre y su cría macho, quedasen varados y murieran en una playa de Nueva Zelanda.
Un estudio en la revista Current Biology ofrece la primera descripción completa de este tipo cetáceo (Mesoplodon traversii), el más raro que existe y del que solo se tenía constancia gracias a unos cuantos restos encontrados de su cráneo.
“Es la primera vez que se encuentran especímenes completos de esta especie, de más de cinco metros de longitud, y somos afortunados de haberlos encontrado”, comenta Rochelle Constantine, investigadora de la Universidad de Auckland y coautora del trabajo, según informa SINC.
Hasta ahora todo lo que se sabía sobre este tipo de ballenas procedía de los cráneos recogidos en Nueva Zelanda y Chile a lo largo de 140 años.
Los dos animales fueron descubiertos en diciembre de 2010, cuando quedaron varados en la playa Opape Beach, en Nueva Zelanda, y a continuación murieron. Fue entonces cuando el Departamento Neozelandés de Conservación decidió fotografiar a los animales y tomar medidas y muestras de sus tejidos.
Al principio, ambos mamíferos fueron identificados e incluidos en la especie de ballena picuda de Gray –perteneciente al género Mesoplodon– un tipo mucho más común. Sin embargo, ciertos rasgos morfológicos y los resultados del análisis de su ADN revelaron su identidad real.
Un estudio en la revista Current Biology ofrece la primera descripción completa de este tipo cetáceo (Mesoplodon traversii), el más raro que existe y del que solo se tenía constancia gracias a unos cuantos restos encontrados de su cráneo.
“Es la primera vez que se encuentran especímenes completos de esta especie, de más de cinco metros de longitud, y somos afortunados de haberlos encontrado”, comenta Rochelle Constantine, investigadora de la Universidad de Auckland y coautora del trabajo, según informa SINC.
Hasta ahora todo lo que se sabía sobre este tipo de ballenas procedía de los cráneos recogidos en Nueva Zelanda y Chile a lo largo de 140 años.
Los dos animales fueron descubiertos en diciembre de 2010, cuando quedaron varados en la playa Opape Beach, en Nueva Zelanda, y a continuación murieron. Fue entonces cuando el Departamento Neozelandés de Conservación decidió fotografiar a los animales y tomar medidas y muestras de sus tejidos.
Al principio, ambos mamíferos fueron identificados e incluidos en la especie de ballena picuda de Gray –perteneciente al género Mesoplodon– un tipo mucho más común. Sin embargo, ciertos rasgos morfológicos y los resultados del análisis de su ADN revelaron su identidad real.
Tienen una cabeza prominente
“Se trata de dos ejemplares de ballenas picudas con dientes de pala, la especie más rara que se conoce”, recoge el estudio. Estos mamíferos tienen el cuerpo de color gris oscuro o negro, mientras las ballenas de Gray lo tienen blanco. Además, su cabeza es más prominente que la de las ballenas de Gray.
Distinguir entre diferentes especies de ballenas picudas suele ser complicado atendiendo únicamente a sus características morfológicas externas, especialmente en Nueva Zelanda, donde la diversidad entre este tipo de mamíferos es muy grande.
Por eso, en las últimas dos décadas los científicos se han centrado en la información genética como complemento a los datos morfológicos.
Este hallazgo representa la primera evidencia científica de que esta ballena realmente existe y, además, "demuestra lo poco que sabemos todavía sobre la vida en los océanos”, explican los investigadores.
Los científicos muestran su sorpresa ante la capacidad de estos mamíferos para no ser vistos y avanzan que posiblemente se deba a que viven y mueren en las profundidades del océano. Son muy escasas las ocasiones en que se aproximan a la costa.
El descubrimiento de estos ejemplares destaca la importancia que tienen la tipificación del ADN y la colección de fotografías de los animales que llegan a las playas para identificar las especies raras.
“Se trata de dos ejemplares de ballenas picudas con dientes de pala, la especie más rara que se conoce”, recoge el estudio. Estos mamíferos tienen el cuerpo de color gris oscuro o negro, mientras las ballenas de Gray lo tienen blanco. Además, su cabeza es más prominente que la de las ballenas de Gray.
Distinguir entre diferentes especies de ballenas picudas suele ser complicado atendiendo únicamente a sus características morfológicas externas, especialmente en Nueva Zelanda, donde la diversidad entre este tipo de mamíferos es muy grande.
Por eso, en las últimas dos décadas los científicos se han centrado en la información genética como complemento a los datos morfológicos.
Este hallazgo representa la primera evidencia científica de que esta ballena realmente existe y, además, "demuestra lo poco que sabemos todavía sobre la vida en los océanos”, explican los investigadores.
Los científicos muestran su sorpresa ante la capacidad de estos mamíferos para no ser vistos y avanzan que posiblemente se deba a que viven y mueren en las profundidades del océano. Son muy escasas las ocasiones en que se aproximan a la costa.
El descubrimiento de estos ejemplares destaca la importancia que tienen la tipificación del ADN y la colección de fotografías de los animales que llegan a las playas para identificar las especies raras.
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5 -- Las orcas madre se hacen longevas para cuidar de sus hijos adultos
Para un macho mayor de 30 años, la muerte de su madre aumenta en casi 14 veces la probabilidad de morir en el transcurso del año siguiente
Un equipo internacional liderado por Investigadores de la Universidad de Exeter (Reino Unido) ha descubierto que las madres orca siguen viviendo para proteger a sus hijos machos adultos, a pesar de ya no estar en edad reproductora. Se trata de la menopausia más larga, además de la de las mujeres. Los ejemplares femeninos de orca pueden superar los 100 años, mientras que los machos no llegan a los 50.
Las hembras de las orcas (Orcinus orca) dejan de reproducirse entre los 30 y los 40 años, pero pueden vivir hasta los 100 años. Las razones de la menopausia son aún un misterio pero, en el caso de las orcas, la mayor esperanza de vida de las madres ayuda a alargar la vida de sus hijos macho, según un estudio publicado enScience.
“Para un macho mayor de 30 años, la muerte de su madre aumenta en casi 14 veces la probabilidad de morir en el transcurso del año siguiente”, explica a SINC Darren Croft, autor principal del estudio, e investigador en el Centro de Investigación sobre el Comportamiento Animal de la Universidad de Exeter (Reino Unido).
Según el estudio, las hembras también permanecen junto al grupo de su madre, pero en el caso de las hijas de la misma edad, la probabilidad de morir solo aumenta en tres veces, por lo que el deceso de la progenitora “no tiene efectos en sus tasas de supervivencia”.
Sin embargo, a pesar de confirmar que la importancia de la madre en el cuidado a largo de plazo de los jóvenes machos, los expertos desconocen cómo su presencia contribuye a aumentar su esperanza de vida. “Algunas observaciones sugieren que las madres ayudan a sus hijos a buscar comida y les apoyan durante encuentros agresivos”, subraya el autor quien añade que esta es una de las cuestiones sobre las que es necesario trabajar en el futuro.
“Para un macho mayor de 30 años, la muerte de su madre aumenta en casi 14 veces la probabilidad de morir en el transcurso del año siguiente”, explica a SINC Darren Croft, autor principal del estudio, e investigador en el Centro de Investigación sobre el Comportamiento Animal de la Universidad de Exeter (Reino Unido).
Según el estudio, las hembras también permanecen junto al grupo de su madre, pero en el caso de las hijas de la misma edad, la probabilidad de morir solo aumenta en tres veces, por lo que el deceso de la progenitora “no tiene efectos en sus tasas de supervivencia”.
Sin embargo, a pesar de confirmar que la importancia de la madre en el cuidado a largo de plazo de los jóvenes machos, los expertos desconocen cómo su presencia contribuye a aumentar su esperanza de vida. “Algunas observaciones sugieren que las madres ayudan a sus hijos a buscar comida y les apoyan durante encuentros agresivos”, subraya el autor quien añade que esta es una de las cuestiones sobre las que es necesario trabajar en el futuro.
Los investigadores analizaron 36 años de registros demográficos y modelado estadístico. Para calcular la probabilidad de supervivencia de un individuo de cualquier edad combinaron datos de las fechas de nacimiento y de defunción en dos poblaciones de orcas en el norte del océano Pacífico, en las costas de EE UU y Canadá.
“Es exactamente el enfoque que las compañías de seguros de vida utilizan cuando se calcula la prima que se debe pagar por el seguro”, detalla Croft. En su análisis –similar al utilizado también en los estudios farmacológicos– los científicos se interesaron en cómo esta probabilidad de supervivencia cambia en función de si la madre está viva o muerta.
El misterio de la menopausia
“Biológicamente hablando, la menopausia es un concepto extraño”, explica Croft. En realidad, muy pocas especies prolongan su esperanza de vida una vez que ya no están en edad de reproducirse. Pero las orcas hembra van a contra corriente, y como los humanos, la menopausia es solo el inicio de otra etapa de su larga vida.
Hasta ahora, varias teorías han intentado explicar la evolución de la menopausia en mujeres –incluida la hipótesis de la ‘abuela’ que presta apoyo a sus nietos– pero no hay respuesta definitiva. En el caso de las orcas, son sus propios hijos los que permanecen a su lado durante toda su vida.
“Es exactamente el enfoque que las compañías de seguros de vida utilizan cuando se calcula la prima que se debe pagar por el seguro”, detalla Croft. En su análisis –similar al utilizado también en los estudios farmacológicos– los científicos se interesaron en cómo esta probabilidad de supervivencia cambia en función de si la madre está viva o muerta.
El misterio de la menopausia
“Biológicamente hablando, la menopausia es un concepto extraño”, explica Croft. En realidad, muy pocas especies prolongan su esperanza de vida una vez que ya no están en edad de reproducirse. Pero las orcas hembra van a contra corriente, y como los humanos, la menopausia es solo el inicio de otra etapa de su larga vida.
Hasta ahora, varias teorías han intentado explicar la evolución de la menopausia en mujeres –incluida la hipótesis de la ‘abuela’ que presta apoyo a sus nietos– pero no hay respuesta definitiva. En el caso de las orcas, son sus propios hijos los que permanecen a su lado durante toda su vida.
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6 - Un nuevo órgano detectado en la boca de la ballena azul explica su éxito evolutivo
Gracias al nuevo órgano sensitivo, los rorcuales han evolucionado y adquirido un cuerpo tan grande
Investigadores canadienses y estadounidenses han descubierto un nuevo órgano sensorial en la boca de la ballena azul que es el que le permite coordinar sus seis metros de mandíbulas, que abre y cierra en tan solo 10 segundos. Gracias al nuevo órgano sensitivo, los rorcuales han evolucionado y adquirido un cuerpo tan grande. Los investigadores interpretan que el órgano está implicado en otros procesos de coordinación que facilitan su alimentación, como la detección de la presa
Recreación artística del nuevo órgano de la ballena por Carl Buell, Nicholas D. Pyenson / Smithsonian Institution.
Científicos norteamericanos han descubierto en la boca de la ballena azul y otros rorcuales un órgano antes desconocido que explica la biomecánica de sus bocados.
“Es una cavidad llena de gel en la barbilla del rorcual y situada entre las dos mandíbulas, que están separadas y no fusionadas”, describe a SINC Nicholas D. Pyenson, investigador del Instituto Smithsonian (EE UU) y autor principal del trabajo que esta semana se publica en Nature.
La característica principal de este linaje de mamíferos son los pliegues que doblan la piel de su garganta y de su vientre. Como un acordeón, estiran rápidamente el pellejo para tragar grandes cantidades de agua de la que pescan los invertebrados marinos que componen su dieta.
El órgano sensorial permite a la ballena azul coordinar sus seis metros de mandíbulas, que abre y cierra en tan solo 10 segundos. Movilizar tal retahíla de dientes supone un coste biomecánico elevado, pero la estrategia resulta energéticamente eficaz.
Según Pyenson, las ‘bocanadas’ “activan pequeños receptores en la cavidad llena de gel que registran los movimientos de la mandíbula y la expansión de la bolsa en la garganta”. Los científicos han desarrollado un modelo matemático basado en “la física del paracaídas” para predecir la coordinación de los grandes bocados del rorcual.
“Es una cavidad llena de gel en la barbilla del rorcual y situada entre las dos mandíbulas, que están separadas y no fusionadas”, describe a SINC Nicholas D. Pyenson, investigador del Instituto Smithsonian (EE UU) y autor principal del trabajo que esta semana se publica en Nature.
La característica principal de este linaje de mamíferos son los pliegues que doblan la piel de su garganta y de su vientre. Como un acordeón, estiran rápidamente el pellejo para tragar grandes cantidades de agua de la que pescan los invertebrados marinos que componen su dieta.
El órgano sensorial permite a la ballena azul coordinar sus seis metros de mandíbulas, que abre y cierra en tan solo 10 segundos. Movilizar tal retahíla de dientes supone un coste biomecánico elevado, pero la estrategia resulta energéticamente eficaz.
Según Pyenson, las ‘bocanadas’ “activan pequeños receptores en la cavidad llena de gel que registran los movimientos de la mandíbula y la expansión de la bolsa en la garganta”. Los científicos han desarrollado un modelo matemático basado en “la física del paracaídas” para predecir la coordinación de los grandes bocados del rorcual.
De izquiera a derecua: Robert E. Shadwick (UBC), Jeremy A. Goldbogen (ahora en Cascadia Research Collective) y Nicholas D. Pyenson (Smithsonian Institution). Foto: A. Wayne Vogl y Nicholas D. Pyenson / Smithsonian Institution.
Gracias al nuevo órgano sensitivo, “los rorcuales se alimentan de esta forma que les ha permitido evolucionar y tener un cuerpo tan grande”, dice Pyenson. Los investigadores interpretan que el órgano está implicado en otros procesos de coordinación que facilitan su alimentación, como la detección de la presa.
Tecnología a su medida
Debido a las dimensiones de los rorcuales, para el estudio fue necesario procesar imágenes por secciones con las mayores máquinas de tomografía computerizada (TC) del mundo, que habitualmente se usan para escanear troncos de árboles gigantes.
“Vimos diferencias en la densidad de los tejidos, entre las que destacó la posición del hueso relativo a la estructura ósea externa del órgano”, describe Pyenson. A continuación, escanearon el mismo tejido con resonancia magnética (MRI) para “resolver las conexiones de los vasos sanguíneos y nervios del órgano”.
Tecnología a su medida
Debido a las dimensiones de los rorcuales, para el estudio fue necesario procesar imágenes por secciones con las mayores máquinas de tomografía computerizada (TC) del mundo, que habitualmente se usan para escanear troncos de árboles gigantes.
“Vimos diferencias en la densidad de los tejidos, entre las que destacó la posición del hueso relativo a la estructura ósea externa del órgano”, describe Pyenson. A continuación, escanearon el mismo tejido con resonancia magnética (MRI) para “resolver las conexiones de los vasos sanguíneos y nervios del órgano”.
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